Todo comenzó con un diagnóstico correcto: el enfermo estaba demasiado gordo y tenía el colesterol alto. La doctora Merkel, la máxima autoridad mundial en la materia, recetó una dieta severa y mucho ejercicio. El resto de doctores del equipo médico opinaban que la dieta debía ser un poco menos severa, pero vista la indisciplina del paciente griego, firmaron el diagnóstico porque de alguna manera también pensaban que al paciente que se levanta por las noches para devorar lo que haya en la nevera había que darle una lección.
A regañadientes, el enfermo, glotón y vago, empezó la dieta y se puso a hacer poco a poco ejercicio para recuperar un poco el tono muscular. La doctora Merkel, echó entonces una ojeada inquisidora a su equipo de doctores y dictaminó: "…y para dar ejemplo al paciente y en vista de que casi todos estáis pasados de peso, esa misma dieta se hace extensible a todos. Y puso un gran candado con siete llaves en el frigorífico.
Pero el paciente griego, por efecto de la dieta brutal a la que fue sometido, no sólo perdía peso y reducía colesterol. Pronto empezó a estar tan débil que ya ni siquiera podía levantarse de la cama para hacer un poco de ejercicio. Y ese mismo efecto sufrieron también poco después el resto de los sometidos a la dieta.
Naturalmente, hubo quejas que llegaron de colegas de todo el mundo: las dietas de la doctora Merkel llevaban a los pacientes al agotamiento. Pero la doctora Merkel ni se inmutaba. Estaba segura de que su diagnóstico de la situación era el preciso y la receta, la adecuada. Cuando algunos le pidieron que abriera la nevera y sirviera algo de comer a los pacientes que se agostaban por momentos, la doctora Merkel siempre respondía que, si abría la nevera, volverían a engordar y se les subiría otra vez el colesterol.
Tres años después de empezar la dieta, el paciente griego está casi en coma, ni siquiera admite alimentos. Para algunos está ya, incluso, desahuciado. Hay otros tres pacientes que han ingresado en la Unidad de Cuidados Paliativos.. Pronto, sus estómagos dejarán de admitir alimentos y sobrevivirán ya sólo con el gotero de los llamados Fondos de Rescate.
Y hay otros pacientes con un pie ya en la cama de la unidad de cuidados intensivos. Pero la doctora Merkel sigue convencida de que, a largo plazo, tiene razón: la gordura y el colesterol se combaten sólo con dieta. Los datos son incontestables. A estas alturas, en que todo está dicho, ya sólo queda explicar lo que pasa en la Unión Europea con fábulas.
Angela Merkel ha negado hasta ahora que esta sea una crisis del Euro. "No es una crisis del Euro, dice a menudo, sino una crisis de exceso de deuda en algunos países del Euro".
¿Qué se esconde tras esa frase si la relacionamos con la actitud de Merkel hacia esos países "culpables" (en alemán culpables y deudores son sinónimos)?
¿Ha planificado un Euro "del Norte", sin los PIGS?
Para bien o para mal, Angela Merkel pasará a la Historia como una de las figuras claves en la historia de Europa.
Analizando fríamente la situación Angela Merkel tiene razón en casi todo. El diagnóstico sobre una Eurozona sobreendeudada es correcto. Todo el mundo asume que no se puede vivir eternamente a crédito y los españoles hemos aprendido muy bien qué significa esto. Y también en la receta, claro.
Otra cosa es la dosis, que se ha revelado mortal. Una cuestión de matiz, una cuestión de dosis, pero clave. Es evidente que una casa llena de adolescentes glotones y devoradores no es sostenible si no hay una gobernanta firme que tenga la llave de la despensa. Hasta aquí hemos llegado.
La Unión Europea era mentira.
No es una Unión Política, puesto que carece de instituciones eficaces, ni parlamento, ni gobierno, ni justicia.
No es una Unión Fiscal, puesto que cada país decide cuánto se endeuda, cuánto gasta y cuánto ingresa.
No es, ni siquiera, una completa Unión Monetaria, puesto que no tiene un verdadero Banco Central, sino una institución que sólo tiene como misión controlar que los ahorros de los alemanes no se devalúen.
También Angela Merkel parece haberse dado cuenta de todo eso. Pero es dudoso de cuándo asumirá que tendrá que explicarlo a los alemanes. No ha querido hacerlo cuando aún tenía tiempo.
Explicarles que, como se rompa el Euro, ellos son los que más van a sufrir. España, Grecia, Italia, sufrirán. Pero volverán a recuperar sus monedas, las devaluarán hasta límites de pobreza, sus ciudadanos retrocederán tres décadas. El empobrecimiento será repentino y brutal.
Pero Alemania es otra cosa. Con el Euro, Alemania todavía es la tercera potencia exportadora del mundo tras USA y China. Sin el Euro, Alemania será sólo el doble que España…la España de hace 30 años.
Y nadie se olvidará de que sería la tercera vez en menos de un siglo que destroza Europa.
Europa, como concepto, no retrocedería tres décadas, sino tres siglos.