Febrero cierra con casi 4.000 parados al día y la Seguridad Social pierde más afiliados.
Tras la puesta en marcha de la nueva reforma laboral, una norma que flexibiliza el despido y da más facilidades a los empresarios para dejar sin aplicación los convenios de ámbito superior al de la empresa el número de parados registrados en las oficinas de los servicios públicos de empleo se situó al finalizar febrero de 2012 en más de 4,7 millones de personas.
El número de desempleados aumentó en España por séptimo mes consecutivo, con un incremento de 112.269 personas lo que representa su peor febrero desde 2009.
El desempleo de los jóvenes menores de 25 años, el colectivo más afectado por el deterioro del mercado laboral, vuelve a subir en febrero con 24.885 parados más.
Este incremento del número de parados "justifica que el Gobierno de España haya aprobado una reforma laboral completa y equilibrada en una coyuntura muy complicada de la economía española y europea", dijo la secretaria de Estado de Empleo, Engracia Hidalgo, según cita el departamento de Empleo en su página web.
El Gobierno estima que el PIB caiga un 1,7% este año, y lo que es todavía más relevante, se destruirán nada menos que 630.000 puestos de trabajo, lo que elevará la tasa de paro (en media anual) hasta el 24,3%.
630.000 empleos menos, este comportamiento del despido tiene que ver, fundamentalmente, con la nueva reforma laboral.
A todo esto el grifo del crédito a empresas y familias sigue cerrado.
La banca tiene barra libre de dinero a un interés del 1%, y no tendrá que devolverlo hasta dentro de tres años y compra con él deuda pública soberana a precios disparados. Países como España han llegado a pagar intereses superio-res al 5% por letras a un año. Mientras la banca no sanee sus balances, esas duchas de liquidez del BCE no llegarán a la economía real.
La financiación es uno de los factores principales para que la economía se recupere pero nada hace pensar que los gobiernos actúen con el sistema financiero con la misma contundencia que piden sacrificios para la mayoría de sus ciudadanos. El Banco Central Europeo (BCE) no financia estados, pero se ha convertido en una máquina expendedora de dinero barato para salvar bancos.
Los estados sólo puedan financiarse a través de la banca privada, la cual a su vez recibe dinero a través de BCE para volvérselo a prestar al prestatario a un alto tipo de interés mucho más alto. Sería un importante ejercicio de transparencia seguir el camino de esa ingente cantidad de millones para saber el verdadero uso y destino de todo ese dinero. Lo más probable es que no irá destinado a la economía real y mucho menos a conceder créditos.