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[RyS] El Consenso

* NOTA DE VREDONDOF *El que me sigue sabe que ha sido hace poco cuando he descubierto el blog  el agujero  Probablemente no lo hubiera descubierto si no fuera por las fotografias tan ESPACTACULARES con las que encabeza sus articulos ... que por cierto SON BUENISIMOS (a los articulos me refiero).
La verdad es que una belleza como esta merece la pena contemplarla.¿Es erotismo ?...para mi es ARTE, porque la BELLEZA ES UN ARTE, es como admirar una ESTATUA VIVIENTE.En fin ... que es un cuerpo 10 y porque no hay mas ...
SCL
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La condición social del ser humano va ligada, desde siempre, a la fabricación de mitos unificadores que caracterizan las diferentes sociedades que han ido surgiendo a lo largo de los siglos. Es probable que fuera la necesidad lo que ha llevado a los hombres a constituir comunidades fuertemente cohesionadas, como si de un mecanismo de defensa o de supervivencia se tratase. Parece como si fuera una respuesta contra la adversidad, como para enfrentarse a un mundo hostil en el que acechan los peligros, en el que la propia vida estuviera en juego permanentemente. 

En las sociedades primitivas, los mitos eran aceptados con facilidad por todos los miembros, ya que no había contradicciones entre aquellos y los hechos históricos que los rodeaban. Sin embargo, en las sociedades modernas, los hechos si que son una fuente de problemas a la hora de justificar aquellos mitos que, habitualmente, deforman la realidad histórica, dificultando así su aceptación, para ser cuestionados y finalmente rechazados.

Por ello, en la actualidad, a menudo son los políticos quienes asumen -en beneficio propio- ese papel unificador que les lleva a presentarse ante los ciudadanos como líderes mesiánicos, o como caciques con pelaje de "macho alfa de la manada". Para ello, convierten la política en su propia fábrica de mitos, llegando a interpretarlos incluso en primera persona a base de escenificaciones, de la participación en rituales catárquicos en los que se ensalzan valores de carácter superior, o en ceremoniales en los que se evoca la tradición. 

En nuestro caso, la transición española se ha convertido, con el paso del tiempo, en mito fundacional de una nueva sociedad que quería dejar atrás los fantasmas de su pasado. Una nueva España que miraba por primera vez y en mucho tiempo al futuro con esperanza y optimismo, que se inspiraba en los principios y valores que se le presuponen a una democracia y que, en definitiva, quería ser democrática. En toda esta algarabía, hay una palabra que se repite una y otra vez por encima de las demás, para llegar a convertirse en el paradigma de aquel país que quisimos ser y no supimos cómo: la palabra CONSENSO.

¡Y qué gran error! Qué gran mentira es identificar consenso y democracia, cuando la verdad es que los consensos son propios de los regímenes oligárquicos de poder. Y sin embargo, el consenso político, de origen medieval y católico, era y sigue siendo considerado por muchos como la quintaesencia de los sistemas democráticos. Elevado a categoría moral, el consenso es, literalmente, antidemocrático porque atenta contra el pensamiento libre, al obligar a la renuncia de sus principios ideológicos a las distintas partes implicadas. 

Y esto tiene un grave efecto empobrecedor que arruina el sano debate ideológico fundamentado en la contraposición de unas ideas claras. Algo que es, además, absolutamente necesario para que una sociedad desarrolle por si misma un pensamiento crítico. Y aún así, nos empeñamos en creer que se trata de un signo de madurez el llegar a acuerdos -a pactos- sin que haya ni vencedores ni vencidos, pues tal es el propósito. Contribuye además a que dejemos de pensar por nosotros mismos, creyéndonos que favorecemos, de este modo, las tomas de decisiones de forma pacífica y civilizada. Y la verdad es que la violencia es provocada por la ausencia de mecanismos de resolución de conflictos, y no por la existencia de los mismos, algo que es además inevitable al vivir en sociedad.

Cuando los líderes de los partidos políticos deciden algo por consenso, llegan a acuerdos o a pactos sin que la ciudadanía esté presente o representada en dicho momento. Se aseguran así los resultados de las votaciones en unas negociaciones previas carentes de transparencia que no tienen nada que ver con los verdaderos procesos democráticos. Los ciudadanos nos quedamos, como consecuencia, al margen de las deliberaciones que preceden las tomas de decisiones y, de esta manera, los partidos políticos se apropian de la iniciativa legislativa. En nuestra actual oligarquía de partidos políticos estatales, el pacto entre los diferentes partidos se convierte en una condición necesaria para participar del poder. Esto significa que, al pactar con sus "enemigos" políticos, éstos traicionarán necesariamente a sus votantes.

Debido a nuestro sistema proporcional de voto, la toma de decisiones por consenso obliga a pactos artificiales que a veces rayan lo esperpéntico. Y participando del poder a base de pactos y traiciones, los partidos políticos terminan por dejar de lado aquellos principios que supuestamente representan, para convertirlos en un elemento puramente cosmético. Significa también la renuncia al programa electoral con el que se presentaron a las elecciones (o al menos a una parte de éste), un programa que ellos mismos proponen a la ciudadanía sabiendo que no hay nada que les obligue a cumplirlo.

Como es lógico, el ciudadano, al sentirse permanentemente traicionado, se ve cada vez mas distanciado de la política en general y de los políticos en particular. Y así, la desconfianza se apodera de las relaciones entre los representantes y los representados, entre los votantes y los votados y entre la ciudadanía y el estado. Al desaparecer los diferentes polos ideológicos, la sociedad poco a poco se va quedando ideológicamente estereotipada como consecuencia del vacío provocado por la ausencia de un debate verdadero.

En un sistema democrático de poder, las decisiones no se toman por consenso, se toman por MAYORÍA. Y para no ser aplastadas sistemáticamente por esas mayorías, las minorías deben estar protegidas por unos mínimos garantizados en la constitución. En una democracia no hay sectores de la sociedad invisibles al poder, estando todos los miembros presentes o representados en las deliberaciones, en las tomas de decisiones y en la ejecución de las mismas. 

Además, la democracia permite la participación sin renuncia previa de todos los ciudadanos en igualdad de condiciones. Para ello, nuestras ideas, nuestros principios y nuestros valores deben ser vistos no como un elemento disgregador, si no como parte esencial que caracteriza y enriquece a una sociedad moderna y plural.

El propio origen gramatical de la palabra "consenso" nos señala que estamos ante un cultismo cuyo propósito es poner de manifiesto aquellos aspectos de la realidad que nos resultan mas atrayentes o aceptables, para ocultarnos así su verdadero significado, pues tal es el poder de las palabras. El término consensus procede del latín, y hace referencia al acuerdo que se alcanza por el consentimiento entre los miembros de un grupo, lo que no implica la aceptación activa de cada uno de esos miembros, si no mas bien una no-negación por su parte. Se compone del prefijo con (compañía) y el verbo sentio sentire sensum (sentir), de donde obtenemos dos acepciones: los hermanos -consensuar- y -consentir-. 

Por lo tanto, que haya "consenso" en política significa, desde el punto de vista gramatical, que "estamos todos de acuerdo" porque "pensamos todos lo mismo" ya que "todos sentimos lo mismo". Y es muy revelador comprobar como, al adentrarnos en el terreno de lo político, el espíritu de Rómulo y Remo se apodera de ambas gramáticas, para desencadenar una tragedia de proporciones bíblicas sobre la que se edificará el "Imperio de lo Políticamente Correcto". En ella, el vencedor de la contienda fagocita sin contemplaciones a su propio hermano, por ser éste el portador de un pecado capital: la incorrección política.

La verdad es que el "consenso" político es un barbarismo gramatical que esconde una transmutación prodigiosa, como la del gusano en mariposa, que nos lleva de consensuar por "sentir lo mismo" a consentir porque "ya no sientes nada" o porque ya prefieres "ni sentir" y mirar para otro lado. Pero la gramática no sólo nos esconde que donde hay consenso, hay consentimiento; nos oculta también otro matiz importante: que el consenso es anónimo mientras que, en el consentimiento, nos encontramos con un consentido y un consentidor. 

Y lo interesante de esta rocambolesca historia es que el consentido (el estado) siempre es el mismo, así como el que consiente o consentidor (el ciudadano), porque jamás se cruzan los papeles. Y, por lógica, le corresponde siempre a quien consiente marcar unos límites al consentido. Por eso, si no se quiere hacer de éste un "niño malcriado" al que haya que consentirle cada vez mas y mas para tenerlo contento, es obligación del consentidor -y una necesidad- el marcarle unos límites. Si no lo hace, si no establece unos mecanismos de control, corre el riesgo de que el consentido llegue a convertirse en un tirano.

Y del origen gramatical de la palabra, pasamos al no menos revelador origen histórico: nada menos que nuestra vieja amiga la Iglesia Católica. El término "Iglesia", que viene del griego -Ekkleisaï-, y que originalmente significaba "congregación" o "asamblea", define a la perfección la finalidad de esta secular institución: crear comunidad alrededor de una verdad indiscutible de naturaleza divina.

Por lo tanto, el descubrimiento y la aceptación de esa verdad tiene como consecuencia la renuncia, por parte de cada uno de nosotros, a ver nuestro punto de vista como el "verdadero", para relativizarlo así en el contexto de un mundo plural. ¿Que sucede entonces cuando hay algún desacuerdo? Las personas que se oponen siempre a todo, lo hacen motivadas por el egoísmo y el espíritu de pelea, incompatibles con la obra de la Iglesia, que consiste en unir y no en convencer. 

Para ello, el consenso es el camino señalado por la voluntad de Dios y expresada por el Espíritu Santo, en la procura de un mundo más justo y fraterno, en el que millones de seres humanos permanezcan unidos en torno a la verdad, dejando a un lado sus diferencias raciales, culturales o lingüísticas.

AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS

El consenso identificado como el amor fraternal entre hermanos:

I Pedro 3:8 "…sed todos de un mismo sentir, compasivos, amándoos fraternalmente en paz, misericordiosos, amigables."

ESTAD UNIDOS:

El consenso como consecuencia de la unidad de pensamiento:

I Corintios 1:10 "Os ruego, pues, hermanos, por el nombre de nuestro Señor Jesucristo, que habléis todos una misma cosa, que no haya entre vosotros divisiones, si no que estéis perfectamente unidos en una misma mente y en un mismo parecer."

SED DE UN MISMO SENTIR Y ESTAD EN PAZ:

Se identifica la paz (¿¿¿paz social???) con el consenso:

IICorintios 13.11 "…por lo demás, hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir y vivid en paz, y el Dios de paz y amor estará con vosotros"

EL CUERPO DE CRISTO:

La comparación de la iglesia con un cuerpo viviente tiene profundas implicaciones. Un organismo recibe siempre instrucciones de la cabeza y, por lo tanto, la Iglesia Católica es un "cuerpo" de naturaleza jerárquica. Las partes del organismo que no reciben instrucciones de la cabeza son los miembros enfermos:

Efesios 5:23 "Cristo es la cabeza de la iglesia, la cual es su cuerpo, y Él su salvador"

Efesios 4:3 "El Señor pide que estas actitudes rijan la vida de todos los miembros. Por eso, la Iglesia como Cuerpo de Cristo debe estar en perfecta sumisión. Sus miembros deben trabajar en armonía para levantar una casa espiritual para el Señor. Deben ser conocidos por la muestra de amor y compasión hacia los demás"


AMAR AL PASTOR DE LA IGLESIA:

La buena marcha de la Iglesia depende de la armonía entre sus miembros y los dirigentes, a quienes se debe amar y tener en alta estima. Éstos son hombres de carácter espiritual, con la capacidad de discernir la voz del Espíritu Santo, por lo que dichos líderes han de cumplir con unos requisitos especiales establecidos por Dios en su Santa Palabra, aunque no siempre sean los hermanos mas inteligentes o capaces:

I Tesalonicenses 5:12-13 "Os rogamos hermanos que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, os presiden en el Señor y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened paz entre vosotros."

LOS MIEMBROS DE LA IGLESIA DEBEN SER HUMILDES EN SU FORMA DE ACTUAR:

El espíritu de humildad y el concilio entre la Iglesia y el pastor son las actitudes requeridas a todos los miembros:

Filipenses 2:2-5 "Si obedecemos a Cristo con humildad, no tendremos dificultad para ponernos de acuerdo en nuestras decisiones, porque Él mismo nos guía a la verdad. Por eso, en las sesiones de nuestra Iglesia, no deben haber vencedores ni vencidos."

Filipenses 2:3-4 "nada hagáis por contienda o vanagloria… todos deben estar dispuestos a seguir la dirección del Espíritu Santo en nuestras decisiones."

Efesios 4:4 "Si no existe consenso entre nosotros, significa que no hemos oído bien al Espiritu, y debemos esperar hasta que escuchemos claramente su voz"

Se me viene a la cabeza algo que me sucedía cuando era un niño y me peleaba con algún compañero del colegio: siempre aparecía algún adulto que nos obligaba a "darnos la mano", a "no pelearnos mas" y a "ser amigos". Recuerdo lo estúpido que me sentía al darle la mano a alguien con quien me estaba peleando hacía apenas unos momentos, y lo humillante que era para mi el "ser amigo de alguien" por obligación. 

Además, era muy injusto ya que daba igual quién había empezado la pelea, si uno era mayor que el otro, quien mentía y quien decía la verdad, etc… simplemente se nos obligaba a darnos la mano y, con este gesto, se enterraba el problema: ¡asunto zanjado! Aquel adulto que, en mis recuerdos, intervenía los asuntos de los niños, se ha convertido, con el tiempo, en una metáfora que encarna a la perfección la idea del autoritarismo, es decir, la autoridad ejercida sin libre aceptación. 

La imposición (coactiva) o la represión (coercitiva), ejercida de forma autoritaria por una autoridad que carece de legitimidad democrática, es el patrón que rige nuestro modelo de convivencia, cristalizado en nuestro actual estado de partidos.

Sueño ahora en la otra dirección, hacia el futuro, y veo cómo aquellos niños que se peleaban en el colegio se hacen por fin mayores, para resolver sus diferencias sin la necesidad de intervenciones externas que les impidan desarrollarse por si mismos, libres de tutela alguna. La experiencia les permite adelantarse a los problemas, sin pretender ocultarlos o reprimirlos, conscientes de que una sociedad en la que no hay confrontaciones es utópica. 

Para ello, construyen sistemas democráticos que canalizan dichos conflictos hacia una resolución pacífica, legitimados por la libre aceptación y no impuestos por una autoridad basada en tradiciones o en mitos. En la que no se llegue nunca al extremo de la renuncia de las partes a sus convicciones, como condición necesaria para ser admitido en el juego del poder. Rechazan la verdad absoluta como principio rector de la convivencia, por ser de naturaleza divina y, por lo tanto, irracional. 

Entienden la dimensión social del ser humano, ya que la realización de cada individuo tanto en lo personal, lo profesional… o en cualquier otra faceta de la vida, depende de un contexto socializador. Por ello, como ideal sobre el que cimentar una sociedad fuertemente cohesionada, substituyen la idea de "la unidad en torno a la verdad" por la lealtad, por ser ésta de tipo racional y de procedencia humana.



PD. Así que ya sabes, si al escuchar la palabra CONSENSO no se te ponen los pelos de punta, es que no eres un demócrata.


Iago Mejuto
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Autor del articulo -

El Consenso

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Wikipedia -
  1. Consenso - Wikipedia, la enciclopedia libre

    es.wikipedia.org/wiki/Consenso
    Se denomina consenso a un acuerdo entre dos o más personas en torno a un tema. La expresión de la falta de consenso es el disenso. Una decisión por ...
  2. Decisión por consenso - Wikipedia, la enciclopedia libre

    es.wikipedia.org/wiki/Decisión_por_consenso
    La decisión por consenso es un proceso de decisión que busca no solamente el acuerdo de la mayoría de los participantes, sino también persigue el objetivo ...
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Publicado por VRedondoF para RyS el 5/19/2012 06:54:00 AM