Se ha impuesto la teoría de que un banco malo sacaría a la banca española de su crisis. El problema es determinar el precio de la operación y quien será el pagano de la misma.
El banco malo es como el cubo de la basura en el que los bancos regulares podrán colocar sus abundantes pufos inmobiliarios –solares, edificios, viviendas, oficinas—para convertirse en bancos buenos. El Banco de España ha convocado a especialistas extranjeros para que den ideas sobre como montar el banco da merda español y el Ministro Luis de Guindos negocia el permiso de Bruselas…
Muchos ponen en el invento la esperanza de que dentro de unos meses todo el desaguisado financiero español quede definitivamente arreglado, de forma que los bancos, ya saneados, puedan volver a prestar dinero y la actividad económica a tomar velocidad.
Como siempre, resulta más fácil describir los problemas que resolverlos. Al fin y al cabo, y por muy incompetentes que fueran Rodríguez Zapatero y sus ministros, si lo del banco malo fuera tan fácil ya lo habrían puesto en marcha.
¿De cuanto dinero hablamos?
Para una gestación feliz, el banco malo se enfrenta a dos dificultades principales: a)determinar el precio de los activos a traspasar y b)encontrar quien pague la operación. ¿Cuánto valen a día de hoy la ciudad fantasma de Seseña, o los terrenos y campos de golf de Polaris World, o los centenares de viviendas vacías en Arroyomolinos?.
Se puede llegar a saber cuanto dinero han metido los bancos en esos y otros muchos proyectos fracasados por todo el país, pero determinar su valor actual resulta un ejercicio entre profético y voluntarista. Y el agujero bancario nacional es, precisamente, la diferencia entre lo que costaron esos proyectos y lo que valen hoy.
Hace dos años largos el Gobierno (anterior), con el acuerdo del Banco de España, dijo que las ex cajas necesitarían, para tapar su agujero inmobiliario, en torno a los 20 mil millones. La prensa española (¡Ay!, la prensa española) se quedó satisfecha y criticó duramente a las agencias de rating y medios extranjeros que aseguraban que 20 mil millones no suponían ni la mitad del pufo sectorial… Hoy los más conservadoras consideran que la pasta necesaria duplica los 50 mil millones que ya ha reconocido el Gobierno de Mariano Rajoy.
¿Quién pone la guita?
La segunda dificultad en la gestación del banco da merda es saber quien pone esos miles millones de diferencia entre lo invertido y el valor actual. Dada la penuria de los agentes económicos nacionales, la fórmula milagrosa sería que Alemania,( o sea, el contribuyente alemán), se rascara el bolsillo por medio de eurobonos, facilidades del Banco Central Europeo, etc. Desafortunadamente el gobierno de Berlín todavía no ha convencido a sus electores de que es beneficioso para ellos correr con los gastos de la juerga hispano-italiana, sobre todo cuando no han acabado de pagar la de griegos, irlandeses y portugueses.
Sin dinero público
Por su parte, el Gobierno de Madrid repite que ese dinero