De bruces en el quinto año de esta crisis brutal, la pregunta que surge espontánea cuando uno se tropieza con cualquier empresario, grande o pequeño, es de rigor: ¿cómo lo ves? ¿Cuándo va a cambiar esto? Hay pocas respuestas y casi ninguna segura, porque todas están sometidas al albur de un sinfín de imponderables y dependen de decisiones tomadas lejos de nuestras fronteras; todas las opciones, o casi, son problemáticas, incompletas, difusas. La angustia de tanto pequeño y mediano empresario está más que justificada: "Se está
hablando mucho del drama que suponen esos cinco
millones de parados, pero no se dice nada de la
situación de cientos, miles de empresarios que se
han arruinado y han quedado literalmente en la calle,
lo han perdido todo, porque tenían sus bienes
hipotecados y ni siquiera cobran el paro…",
aseguraba esta semana un dirigente de la CEOE.
Emboscada entre aquellas iniciativas que se toman en Bruselas y escapan a nuestro control, hay una que sí depende enteramente de nosotros y en cuyo estricto cumplimiento radica la felicidad o la desgracia futura de los españoles. Me refiero al cumplimiento del objetivo de déficit para este año, fijado, tras un par de alivios extras otorgados por la CE, en el 6,3% del PIB. El consenso entre los economistas sobre la importancia capital de cumplir con ese compromiso a final de año es unánime. "No sería ningún drama que ese tope se sobrepasara en unas décimas al final de año", asegura un conocido economista madrileño, "siempre y cuando el Gobierno tranquilizara a los mercados, a la CEy al FMI con una política fiscal capaz de enjugar esas décimas extras a lo largo de 2013, para alcanzar el objetivo –o quedar muy cerca del mismo- del 4,5% del PIB a finales del próximo año". El proyecto de Ley de PGE para 2013 que será aprobado por el Ejecutivo este jueves resultará, por eso, decisivo para aclarar el camino.
El déficit del Estado se halla ahora mismo más cerca del 8%, desde luego muy lejos del 6,3% comprometido
En el filo de la navaja, España se juega, en efecto, buena parte de sus opciones de futuro en las próximas dos semanas, y ello tanto desde el punto de vista político como económico. "Si el Gobierno fuera capaz de demostrar que está haciendo de verdad el ajuste, presentando a finales de diciembre un déficit del 6,3% o quedándose muy cerca, estoy convencido que en la primera mitad de 2013 podría producirse una inflexión radical de las expectativas, asunto capital -al margen de que el PIB siguiera cayendo y el paro creciendo en el conjunto del año- desde la perspectiva empresarial, porque hay miles y miles de empresas que han ajustado a su vez y están listas para empezar a contratar gente".
Hacer realidad ese cuadro de confianza exigiría, además, cerrar de una vez el saneamiento de la banca, condición sine qua non para la vuelta del crédito al mercado, y contar con la recuperación de la economía en la UE, principalmente la alemana, porque "el sector exterior está funcionando bien, y no solo exportamos automóviles, como antes: ahora están aumentando también las ventas en química, bienes de equipo y alimentos. Esto marcha", sostienen en CEOE.
Por desgracia, los datos disponibles ahora mismo sobre el grado de cumplimiento fiscal no invitan al optimismo. El pasado día 12, Antonio Maqueda informaba en este diario de que el déficit del Estadose halla ahora mismo más cerca del 8% que del 7%, desde luego muy lejos del 6,3% comprometido, a pesar de la brutal subida de impuestos llevada a cabo por el Ejecutivo. Los números hablan por sí solos: durante el primer semestre, la recaudación se ha deprimido en 1.400 millones, cuando la previsión para todo el año era incrementarla en 7.000 millones. "La verdad es que acabar por debajo del 7%, incluso en el 6,9%, sería un auténtico milagro", asegura el jefe de un servicio de estudios. Todos pendientes, por eso, de Cristóbal Montoro, nuestro sheriff de Nottingham, el hombre a cargo de la recaudación de impuestos.
Cumplir el déficit, más importante que pedir el rescate
"El Gobierno está perdiendo credibilidad fiscal a chorros en los mercados, porque nadie cree que vayamos a ser capaces de alcanzar la cifra comprometida, y eso está poniendo en riesgo todo el andamiaje de salida de la crisis", sostiene la misma fuente. Los PGE para 2013, que el Ejecutivo aprobará en consejo de ministros este jueves y presentará en sociedad el sábado 29 en el Congreso, serán la prueba del nueve para confirmar o arruinar de forma definitiva esa credibilidad puesta en cuestión, en tanto en cuanto deberán incluir medidas de ajuste adicionales que permitan razonablemente pensar que el objetivo de déficit para el próximo año pueda quedar en el entorno del 4,5% prometido. "¡Si fuéramos capaces de dejarlo en 2013 por debajo del 5%, estaríamos salvados; así de importante es el envite…!".
Las pensiones se van a convertir en el eje en torno al cual giren los próximos Presupuestos
Cumplir con el déficit es vital para lograr reducir a niveles asumibles el coste de financiación de la deuda pública –también de las empresas privadas- en los mercados, asunto que está detrás del embrollo en que se ha convertido en las últimas semanas la cuestión de si el Gobierno va a pedir o no el "rescate país".
Frau Merkel ha logrado convencer a Rajoy y Monti de que aguanten todo lo posible, hasta ver si los mercados consolidan la tendencia a la baja de las respectivas primas de riesgo, porque si ello fuera así, ni España ni Italia precisarían de ese rescate. Los expertos, por contra, sostienen que la prima de riesgo española puede volver a superar la barrera de los 600 pb en cuanto los mercados se percaten de que Rajoy no va a pedirlo, porque, sin el paraguas del BCE, con el déficit cerca del 8% y con la economía en recesión, es imposible aguantar la prima en el entorno de los 400 pb.
En esa carrera por recuperar credibilidad serán muy importantes las previsiones que el titular de Hacienda realice esta semana. "Si Cristóbal sale el jueves con que vamos a llegar al 6,3% de déficit comprometido, los mercados nos mandarán a la mierda, porque nadie espera ahora, con los datos de que disponemos, que pueda quedar por debajo del 7%. No son pocos los que sospechan que con las elecciones gallegas a la vuelta de la esquina, el Gobierno no va a soltar prenda esta semana sobre sus verdaderas intenciones en materia de nuevos ajustes. De un modo u otro, todo apunta a que las pensiones se van a convertir en el eje en torno al cual giren los próximos PGE. "Nadie entiende por qué Rajoy ha empeñado su palabra diciendo que va a subir las pensiones, cuando una subida mínima del 1%, como hizo el año pasado, supondría meterle al gasto público un palo adicional de 4.000 millones, una suma capaz de desarbolar el objetivo de déficit para 2013".
El riesgo de seguir la estela portuguesa
Si fracasamos en el cumplimiento de los calendarios de ajuste asumidos, el país corre el riesgo de deslizarse por una senda de miseria durante años, porque en ese caso no tendríamos que pedir el rescate: nos lo impondrían. El ejemplo de Portugal no puede dejar a nadie indiferente. "Rajoy ha hablado largo y tendido con Passos Coelho –que ayer mismo aparcó la idea de subir 7 puntos la carga fiscal de los trabajadores-, quien le ha contado el drama que la intervención está suponiendo para Lisboa. Según él, los hombres de negro son insaciables, todo les parece poco y sus exigencias no se acaban nunca, hasta el punto de que si pudiera dar marcha atrás a la máquina del tiempo, iría derecho a una restructuración unilateral de su deuda y que le fueran dando a Bruselas…", asegura una fuente de Moncloa. Frente a los pesimistas que no ven salida a la situación española, la realidad indica que hay una ventana de oportunidad a nuestro alcance que podría dar un vuelco a la situación en el corto plazo. Todo depende, como siempre hemos dicho desde que el PP llegó al Poder, de que el Gobierno sea capaz de cumplir con su deber y hacer su trabajo. Todos pendientes, Gobierno incluido, del éxito o fracaso de la gestión del ministro Montoro. El coste de ese fracaso consistiría en quedarnos fuera de los beneficios que el llamado "efecto Draghi" apunta para la zona euro. Por primera vez, esto empieza a parecer una auténtica unión monetaria, con un banco central dispuesto a defender la divisa y un supervisor bancario único. Sería dramático que España no se aprovechara de las ventajas que dibujan esos cambios.
Rajoy ("cumplir con el déficit es mucho más importante que el rescate") se la juega, y nosotros con él.