El camarote de los hermanos Marx ha entrado en campaña.
Artur Mas acusa al Gobierno de utilizar las cloacas del Estado para «destruirle». El Gobierno, por boca de Mariano Rajoy, contesta que eso es falso. Que si tiene un problema que no se lo traslade a otro. El juez del caso Palau cita al jefe de la unidad policial que supuestamente ha hecho este informe. Ahora tiene prisa. Millet y Montull, expoliadores confesos, siguen las noticias desde la televisión de su casa.
El ministro del Interior, Jorge Fernández Díaz, abre una investigación para saber si existe el borrador de este informe y quién lo ha filtrado. El candidato Mas pide explicaciones al Gobierno por el informe de marras y se querella contra el diario «El Mundo» por publicarlo. Sorprendentemente, no lo hace contra la unidad de Policía que supuestamente estaba realizando la investigación. Prefiere querellarse contra el mensajero. Mas dice que el informe es una mentira y una calumnia. Jordi Pujol se querella contra el diario.
Felip Puig, conseller de Interior, también. De las cuentas en Suiza y de las participaciones en negocios en el extranjero ni una palabra. El candidato socialista pide una declaración solemne al todavía presidente de la Generalitat. Quiere que diga a los catalanes que no tiene cuentas fuera del país. La respuesta de Mas inmediata. Soy la víctima porque doy la voz al pueblo. Agotador.
Mientras esto ocurre, una mujer se cae por las escaleras de su casa en Barcelona. Pide ayuda a un vecino, de edad avanzada, para que la acompañe al ambulatorio. En el centro sanitario le hacen las pruebas. Diagnóstico, pie roto, pie enyesado. De esta guisa, le dan el alta y pide ayuda al ambulatorio para volver a su casa que dista unos 400 metros. Le dicen que con los recortes no pueden llevarla. Sólo le pueden facilitar una silla de ruedas. Así, su vecino de 84 años coge la silla de ruedas prestada, deja su carnet de identidad de prenda en el ambulatorio, y la lleva a casa. Allí, la ayuda a subir a un cuarto piso, sin ascensor. Una vez la vecina está en casa procede a llevar la silla de vuelta al centro sanitario. Allí, recupera su DNI. De esto no se habla en el camarote de los hermanos Marx. Agotador.