Contaba Julio Caro Baroja una anécdota deliciosa ocurrida en el Ateneo de Madrid. Una buena tarde llegó Valle Inclán a la cacharrería, la mítica sala donde pululaban los conspiradores del reino (al margen de los cuarteles), y entonces un conocido le espetó:'¡Qué contento viene usted hoy, Don Ramón!' Este respondió que sí, que, efectivamente, estaba con mucho brío porque había comido carne en abundancia .
Valle Inclán, a continuación, pasó a hacer los elogios de la carne y de allí pasó a los animales carnívoros, que eran, según él, los únicos nobles, valientes, acometedores, etc ,etc . Un escucha algo imprudente se atrevió a objetar en las mismas narices de Valle Inclán que el toro de lidia no comía carne , sino hierba . Y don Ramón, furioso y encolerizado, le dijo con esa extraña pronunciación que gastaba: '¡Pero ez que come un pazto tan zeco tan zeco que es como si comiera mojama! Al tiempo que miraba con desdén a su interlocutor.
El atrevido ateneista estaba a punto de responderle que la mojama no era carne, sinosalazón de pescado , pero los aduladores que daban coba al autor de Luces de Bohemia le interrumpieron con aspavientos y dieron el asunto por zanjado. Por supuesto, dando la razón al hombre famoso.
La anécdota recuerda a la tozudez con que el Gobierno -sin duda presionado por Alemania y los acreedores- mantiene su política económica pese al deterioro evidente de los indicadoresfundamentales . Es como si estuviera convencido de sus propias falacias, cuando el propio Ejecutivo sabe mejor que nadie que la única vía para poder volver a reducir el endeudamiento público -que equivale ya al PIB- es generar actividad económica . Y si se persiste con la inutilidad de contraer más y más el consumo de las familias -mediante la subida de impuestos , tasas o cánones manifiestamente injustos- lo único que se conseguirá es seguir frenando la inversión. La deuda, como de forma certera ha explicado en estas páginas Daniel Lacalle comienza a ser impagable, y si el PIB nominal no crece por encima del 4-5% a corto plazo (el coste de la deuda), la restructuración (eufemismo de suspensión de pagos) es inevitable. Claro está, salvo que se opte por el modelo italiano, años y años de estancamiento por tener que destinar cada año el 5% del PIB a pagar el servicio de la deuda. Nadie en su sano juicio -y ahí están los datos de inversión extranjera directa - invertiría en un país que asiste con los brazos cruzados al descenso trimestre tras trimestre de la renta disponible de los hogares, y, en paralelo, ve como se estrechan los márgenes empresariales, lo que paraliza cualquier proceso de inversión. Las estratosféricas tasas de paro hacen el resto.
Ajuste duro
Lo contrario al crecimiento no es, desde luego, el fin de la austeridad, un concepto que va mucho más allá que el control estricto del déficit público. No son, desde luego, ideas incompatibles, pero, desgraciadamente, el Gobierno las ha asumido como antagónicas, lo que explica que en lugar de articular una estrategia encaminada a hacer más rentable y eficiente el aparato productivo, incluso el del sector público viable y rentable, lo que hace es liquidarlo mediante un ajuste duro que no distingue entre lo que tiene futuro y lo que no lo tiene. Al déficit se le puede combatir con recortes selectivos y estímulos económicos , pero no sólo con palo o zanahoria, como si fueran conceptos antitéticos.
Cuando se suben los impuestos sin ton ni son , sin distinguir la aportación al crecimiento económico de los distintos sectores productivos, lo que se hace es tratar problemas distintos con la misma medicina, y eso explica la ausencia de una política económica e industrial coherentes.
Ese es, en realidad, el fondo del problema: el haber diseñado políticas de ajuste que consisten en vaciar la palangana de agua sucia, pero con el niño dentro, en lugar de separar el grano de la paja. En vez de desmontarse los desmesurados oligopolios que oprimen las ideas y la creatividad, por ejemplo facilitando el fin de la prolongación artificial de las patentes o una nueva ronda de liberaciones en sectores estratégicos como la energía o las telecomunicaciones - se ha optado por enfangar en las aguas sucias de la crisis a miles de empresas que fracasan por falta de financiación y por ausencia de unas nuevas reglas económicas. O dicho de otra forma, en lugar de hacer reformas sectoriales para hacer una economía más competitiva, se opta por recuperar la vieja Junta Superior de Precios para contener la inflación de manera puntual en noviembre (el mes de las pensiones), como demuestra este esclarecedor trabajo de los profesores Antrás y Conde-Ruiz . En contra de lo que suele creerse, y como demuestra este estudio del profesor Fuentes Castro, del Banco de Francia, el gigantesco déficit público español no tiene su origen en un desorbitante aumento del consumo de las administraciones, sino del desplome de la recaudación y del aumento del gasto social derivado de los estabilizadores automáticos (desempleo). La razón principal que explica de manera esencial por qué el deterioro del ahorro público es mayor en la economía española que en la zona euro es la falta de ingresos, que explica un diferencial de 6,2 puntos de PIB (de los que 5,3 puntos corresponden a los menores ingresos). Sin duda, por falta de actividad que sustituya al ladrillo, no por que exista un consumo público desaforado, lo que desde luego no significa que no haya que eliminar tanta grasa escondida en sus costuras. Recuperar el Banco Hipotecario
La contracción crediticia actúa, en este sentido, a favor de obra, pero en lugar de convertir el ICO en un auténtico agente financiero del Gobierno , se ha optado por dotarle de escasos fondos y mantenerlo como un ente burocrático que está muy lejos de ser un canal de financiación para las pymes. Un auténtico banco público destinado, por ejemplo, a financiar hipotecas, recuperando la esencia del viejo -y benéfico- Banco Hipotecario, podría ser la solución. Y las entidades nacionalizadas que hoy están en el Frob podrían cumplir ese papel con su red de sucursales.
El disparate llega al extremo en el caso del'banco malo' . El Gobierno pone en marcha un mecanismo, sin duda apropiado, para sacar el ladrillo del balance de los bancos, pero la fórmula está condenada al fracaso si, al mismo tiempo, las entidades financieras no prestan dinero para comprar viviendas . Lo que ocurrirá, sin duda, es que grandes fondos inmobiliarios -con las consiguientes ayudas fiscales- se harán con ese patrimonio, pero los nuevos hogares no podrán adquirir viviendas -o las alquilarán con un coste astronómico- por la existencia de precios desorbitados. Algún día, cuando mejore la actividad económica, sacarán los pisos al mercado, pero con precios notablemente más elevados. Negocio redondo.
Existe un ránking muy ilustrativo de la Organización Mundial de Comercio (OMC) que muestra como España ocupa la decimoctava posición mundial en cuanto a volumen deexportación de mercancías, pero, por el contrario, ocupa la decimoquinta en relación a las importaciones . Esta posición es, sin embargo, un espejismo derivado de la recesión, toda vez que en los últimos quince años España ha estado en el puesto diez u once. Esto significa que España ha creado muchos puestos de trabajo en el extranjero por no contar con una industria nacional competitiva capaz de atender la demanda interna. Ojo que no se trata en muchos casos de importaciones de alto valor añadido , sino de bienes de consumo que bien hubieran podido producirse en España. Es por lo tanto, un error llevarse por delante un tejido industrial -que bueno o malo es el único que tiene el país- sólo para lograr cumplir con el objetivo de déficit. Es como si el Gobierno se hubiera preparado para el combate del desequilibrio fiscal, pero hubiera olvidado que para combatir de forma eficaz en las trincheras del déficit es necesaria unaintendencia que garantice el suministro. Sin logística -sin empleo- la guerra está perdida.
Como han recordado algunos historiadores económicos al principio de la Gran Depresión los parados de larga duración buscaban empleo con entusiasmo y diligencia. Pero pasados unos meses sin lograrlo, tendían a desalentarse. Tras un año sin empleo algunos los seguían buscando, pero ya con desgana y sin mucha fe . Y después de dos años de paro, ya habían perdido toda esperanza . En realidad, habían quedado al margen del mercado de trabajo. Un riesgo cierto que existe en España -donde nada menos que el 30,2% de los parados lleva más de dos años buscando empleo- si en paralelo a los necesarios ajustes presupuestarios el país no pone manos a las obra sobre cómo generar actividad económica más allá de los recortes . Y no basta con una ley de emprendedores. Sin duda, necesaria. No parece, sin embargo, que ese sea el caso. La estrafalaria presentación de la enésima reforma educativa refleja la naturaleza del problema. Se presenta el proyecto de ley sin documentación técnica que avale los principios que la inspiran. Y el absurdo llega al cénit cuando el debate publico se centra en las relaciones entre el catalán y elcastellan o y si debe haber o no clases de religión en lugar de educación cívica . Es como si la futura ley de educación no tuviera nada que ver con el sistema productivo, lo cual pone de relieve el fango en que se ha metido este país, incapaz de centrar el debate en cómo crear puestos de trabajo en lugar de discutir sobre cómo destruirlos.